En Japón desastre sísmico, no atómico

lunes, 25 de abril de 2011

SIN ENERGIA NUCLEAR Y SIN PETRÓLEO
por Giovanni Sartori (*)
 

El título es interrogativo: es una pregunta. Pero la gráfica no admite signos de interrogación en el título. Los tiene que poner el lector. No sé si vamos a quedar sin nuclear y también sin petróleo. Me lo pregunto.
La catástrofe de la instalación nuclear en Japón detendrá o de otro modo aplazará bastante la construcción de nuevas centrales atómicas.
Pero la verdad es que en Japón la catástrofe ha sido en primer lugar sísmica (un terremoto entre los tres más grandes nunca ocurridos desde que los medimos) seguida por un maremoto gigantesco que arrasó las conexiones eléctricas de los sistemas de refrigeración. Por lo tanto la lección no es que las centrales nucleares son por sí mismas peligrosas, sino que no deben ser construidas en zonas sísmicas. Pero por el momento esta distinción se nos escapa, arrollada por el horror y el terror que todos sentimos habiendo visto las imágenes de Fukushima.
La mala suerte quiere que al mismo tiempo la producción de petróleo caiga cada vez más en manos pérfidas (para Occidente). Europa Occidental casi no tiene, y tampoco los Estados Unidos tienen bastante para ellos. En ese hemisferio el País con más petróleo es Venezuela, gobernado “de por vida” por un caudillo a la cubana y enemigo visceral de los Estados Unidos. En África el oro negro se encuentra sobre todo en Nigeria donde guerrilleros-piratas infestan el delta del Níger y los musulmanes degüellan a los cristianos; y después, precisamente, sobre todo en Libia.
Mubarak cayó rápidamente porque su ejército dependía de la ayuda norteamericana (la cual no podía permitir una masacre de la población civil). Gadafi, en cambio, les paga a sus soldados y mercenarios con los ingresos del petróleo y entonces puede permitirse resistir e incluso masacrar a quien se le resista. En realidad Gadafi ya hubiera aplastado la rebelión a sangre y fuego sin la intervención autorizada por las Naciones Unidas; lamentablemente una intervención vacilante que corre el riesgo de hundirse en el ridículo. Por el momento la única certeza es que si Gadafi permanece en el poder se vengará negándonos su petróleo.
¿Qué queda? Quedan Arabia Saudita y los varios emiratos árabes de contorno; y queda  Rusia, más el Irán de los ayatollah. Y como Irán es un enemigo mortal de Occidente, está claro que queda demasiado poco para un mundo hambriento de petróleo. Sin contar que también Arabia Saudita se vuelve inestable si todo Oriente Medio vacila.
Queda también – no lo puedo olvidar por deber de inventario – el metano. Italia lo recibe de Rusia, de Argelia (inestable) y hasta ahora (pero posiblemente ya no) de Libia.
Vuelvo al nuclear. Respecto a la imposibilidad de remplazarlo estoy de acuerdo con lo escrito en el Corriere por Panebianco y Boncinelli (16 marzo). Y vuelvo a repetir que la catástrofe ocurrida en Japón no es atómica: es sísmica. La lección es que es una locura construir centrales en donde sabemos que la tierra tiembla. Pero también es una locura no construirlas donde la tierra no tiembla y donde un tsunami no puede llegar.
En los próximos 25 años la necesidad energética mundial crecerá, se prevé, un 60 por ciento. No será con el sol ni con el viento que podremos llenar la vorágine de vacío energético que se está perfilando.

(*) Tomado del Corriere della Sera, 27-03-2011. Traducción para este blog de Mariangela Di Bello

LOS ESTADOS POSCOLONIALES LAS CULPAS DE LOS VIEJOS DUEÑOS

domingo, 17 de abril de 2011

por Sergio Romano (*)

[…] Hubo colonialismos dotados de algunas virtudes y otros viciados por una evidente dosis de racismo. En la categoría de los mejores pondría antes que nada a la administración británica de la India, durísima en algunos momentos (la represión del gran motín en el 1857), pero también capaz de instalar en la sociedad hindú principios y métodos que se volverían el patrimonio hereditario del país en el momento de la independencia. Y no olvidaría a Francia, brutal y represiva en muchas circunstancias, pero también capaz de formar en sus escuelas a los hombres y las mujeres que combatirían para su libertad. En la categoría de los peores pondría la administración belga del Congo, sobre todo a fines del siglo XIX, y la política de los colonos de origen holandés en Sud África.
Italia en Libia mezcló represión y paternalismo. El mayor defecto de su administración no fue solo el despiadado tratamiento de los rebeldes cirenaicos, sino también y sobre todo su culpable indiferencia hacia la formación de una clase libia formada por administradores, profesionales, pequeños empresarios. Al final de la Segunda Guerra Mundial el número de libios diplomados y recibidos era extraordinariamente modesto. Alguien podría observar con razón que los resultados de una política colonial dependen en gran parte de las condiciones de la sociedad local al momento en que la potencia imperial se adueña del país. Entre el “cajón de arena”, poblado por más de cien tribus, en el que nos instalamos en el 1911, y los demás países del Mediterráneo meridional controlados por Francia y Gran Bretaña, existía una diferencia abismal. Pero la gran culpa del colonialismo italiano fue la política racista adoptada por el régimen a fines de los años treinta. Esa política tuvo el efecto de descartar a priori la creación de una clase dirigente local. […]

(*) Fragmento de la respuesta a una carta de lectores, tomado del Corriere della Sera, 24-03-2011. Traducción para este blog de Mariangela Di Bello.