LULA Y OBAMA: ¿RESOLVIENDO A RITMO DE TANGO?

lunes, 24 de agosto de 2009



Por Miguel Angel Herrera Zgaib (*)

Los intereses primero

"En ese tema, el de nuestra incursión en la selva ecuatoriana, en ese bombardeo contra "Reyes", yo les pido perdón por eso. Se lo dijimos en República Dominicana". Álvaro Uribe. Clausura de la asamblea de la Andi, Medellín, 14 de agosto 2009.

Nos han pedido nuevamente disculpas, las aceptamos de corazón, pongámonos a trabajar juntos para construir la paz". Rafael Correa. Quito, 15 de agosto de 2009.
Ya no queda duda que habrá reunión en Buenos Aires, el 28. El gobierno de Colombia, para prepararla repitió excusas a Ecuador. El presidente Correa dijo que las acepta con condiciones, que empiezan por prohibir la extraterritorialidad que evite cualquier nueva violación pretextando motivos de seguridad nacional o internacional.
El presidente Chávez ripostó desde la otra frontera a su homólogo colombiano, porque alcanzó el colmo del cinismo; y en la farsa regional el canciller Bermúdez recordó a "tirios y troyanos" que primero se defienden los intereses nacionales, - ergo el acuerdo con Estados Unidos -, y luego se dialoga. Tal y como ocurrirá teniendo al matrimonio Kirchner como anfitrión de la reunión de UNASUR, un diálogo erizado de intereses estratégicos donde los Estados Unidos es el telón de fondo.

El acuerdo plan y las mentiras

El acuerdo de la discordia suramericana permitirá a E.U., para empezar, el uso de 5 bases militares aéreas y 2 navales en Colombia. Compartirán inteligencia técnica en tiempo real sobre narcotráfico y terrorismo; y sus militares y contratistas, no superiores a 1400 en total, gozarán de inmunidad que les impide ser procesados en este país y ante los organismos internacionales, sin llegaran a cometer delitos de lesa humanidad.
Entretanto, el pronunciamiento de Frank Mora, subsecretario del Pentágono, en la entrevista de O´Globo: "Todo lo que se discute entre el Pentágono y los militares colombianos es sobre Colombia". De ninguna manera se trata de internacionalizar la Amazonia, sino extender la misión del Plan Colombia de combatir el narcotráfico y el terrorismo, cuyas bases jurídico constitucionales, dicen los congresistas pro-uribistas, se remontan al año 1952.
Hugo Chávez sigue siendo la voz discordante en la subregión andina. Él señaló que es imposible reconstruir las relaciones con Colombia: "¿Cómo voy a confiar en el presidente de Colombia? ¿Cómo, si utiliza la mentira para tratar de descalificarnos? No puedo."
La mentira alude al último señalamiento que el gobierno colombiano le hizo por los lanza cohetes capturados a las Farc, propiedad del ejército venezolano que los compró a Suecia en 1978. Chávez lo desvirtuó ante la prensa internacional, donde mostró el funcionamiento de los AT-4, y explicó que las Farc se habían apoderado de 5 lanzacohetes AT-4 en 1995, en una incursión cruenta al puesto de Cararabo en la que murieron 14 venezolanos.
Entretanto, nadie entrevista a Uribe, la manzana de la discordia.

La discusión de la seguridad hemisférica

El establecimiento de un poder disuasivo en la región suramericana, que pueda intervenir en un escenario político que es hostil a la tradicional hegemonía estadounidense, choca a la vez con el proyecto estratégico autónomo de Unasur. La raíz lejana es el cierre de la base de Howard, en los tiempos del presidente panameño Pérez Balladares; la mediata son los episodios de Angostura, y los inmediatos tienen que ver con el golpe de estado en Honduras.
La vocería suramericana la tiene aquí el presidente Lula, respaldado por el creciente poder mundial del Brasil como apetitoso mercado y como economía emergente poderosa, al lado de la India y China. Ya su voz se escucha en las grandes ligas capitalistas, y su cancillería está atenta a la movida estadounidense, a la que exigirá, a no dudarlo, contrasprestaciones. Lula representa de modo tardío, una tercera vía a la suramericana, donde el capitalismo sigue su curso, y el hambre de millones apiñuscados en las grandes urbes, y contenidos en el nordeste tiene que ser satisfecha de algún modo. La multitud de pobres en esos tres países es una amenaza y una carta de negociación permanente.

¿Qué alternativas?

La primera propuesta conocida, distinta a la de seguir por la vía del "fast track" el acuerdo tramitado en secreto por los los gobiernos colombiano y estadounidense, es la de rechazar cualquier base norteamericana en Colombia, es proponer el establecimiento de una base hemisférico en Palanquero, eje estratégico de una política de seguridad regional autónoma, bajo la dirección multilateral de Unasur. Todo lo cual, insiste su expositor, Ernesto Samper, tendría que ser concertada con los E.U., quienes siguen siendo el hegemon estratégico en América Latina.
De otra parte, está la voz influyente de Fidel Castro, quien habló de las bases dentro de las bases, como siete puñales, que para recordar a Eduardo Galeano abrirán nuevas venas de discordia en el subcontinente, cuando la guerra de los movimientos no cesar en el globo. Y las bases norteamericanas se encuentran en alerta, y activas en todas las esquinas del mundo, luchando contra la irrupción de las multitudes que se resisten, por un sinnúmero de razones, al dominio imperial del mundo que encuentra ejercicios terroristas en todos los lugares. Pero, que, sin embargo, ni siquiera se sonroja para ver el terrorismo de estado en su propio ojo orwelliano. O si no qué decir de la verguenza humana de Abu Ghraib, y la latinomericana de Guantánamo, enclavada en la propia isla de Cuba, que tiene 50 años de haber hecho su revolución.
La otra propuesta tiene que ver con una fórmula más radical y definitoria, que salgan todas las bases norteamericanas del continente americano, y que se le de paso a una nueva anfictionía, que revitalice el sueño bolivariano frustrado en Panamá, en 1826. Que ahora se cambie el horizonte estratégico, y que Unasur establezca no en Palanquero, sino en Angostura, Ecuador, un eje de paz y por la liberación de la condición humana de la guerra. Y por supuesto, que sea el presidente Rafael Correa, cuyo país ha sido ofendido por la intervención inaceptable de Colombia con la complicidad estadounidense, quien al presidir Unasur, de los primeros pasos en liberarnos del flagelo de la guerra. Para desatar de una vez por todas, una cruzada democrática continental, que tenga a Palmerola, libre de la base militar estadounidense, un segundo territorio de paz continental, reinstaurando al presidente Manuel Zelaya en el gobierno de su país.

(*) Universidad Nacional de Colombia

1 comentarios:

Máximo dijo...

Carlos, muy buen artículo, es un tema que me tiene con inquietud, porque no se entre los paises de América Latina quien apoya o no la iniciativa de Uribe. Gracias y suerte