2009: la fascinación por el “regreso” del PRI

martes, 7 de julio de 2009


por Miguel Armando López Leyva (*)


Un día después de la jornada electoral mexicana, la prensa escrita coincide en una apreciación general: el vencedor es el PRI. “Arrasan priistas”: Reforma; “PRI noquea a AN y PRD en la elección federal”: La Jornada; “Regresa el PRI”: El Universal; “Arrasa el PRI”: Excelsior; “El PRI aplasta al Presidente”: Milenio Diario, dicen los titulares de los principales diarios. Esta apreciación no es nueva, una muy similar se gestó en los comicios intermedios de 2003 cuando el PAN, después de una intensa campaña electoral bajo el lema “quítale el freno al cambio”, se quedó con 149 diputados de los 205 que ganó en 2000 (mientras el PRI subió, no tan significativamente como ahora, de 208 legisladores a 224).

A esta fascinación por el retorno exitoso del otrora partido gobernante se le escapan algunos ingredientes importantes que tenderían a matizar el tono -incluso exagerado, como en el caso más claro de Milenio- de los encabezados.


1- ¿Cuál es el triunfo del PRI? ¿Por qué “arrasa” o “regresa”, incluso “aplasta”? De acuerdo con las cifras (no oficiales) del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), el PRI obtendría casi el 37% de los votos contra el 28% del PAN; en términos de escaños en la Cámara de Diputados, las proyecciones indican que el primero quedaría con 233 diputados (de los 106 que tenía) mientras que el partido en el gobierno tendría 146 (de los 206 que tenía). ¿Es un triunfo del PRI? Sin duda, en buena medida porque habla de la capacidad de recuperación de ese partido que, desde 2000, ha logrado sortear fracturas y disidencias internas de distinta índole. ¿Es un triunfo “arrasador”? En realidad no lo es, porque a) en términos porcentuales, se quedará con poco más de una tercera parte del electorado y b) a pesar de la notable recuperación mostrada, queda debajo de tener la mayoría absoluta de los diputados, el objetivo más importante que se puede tener en una competencia electoral de medio término. ¿Es el “regreso” del PRI? No, porque el PRI no se ha ido, a nivel nacional ha sido una fuerza que ha gravitado sólidamente desde que perdió la Presidencia en 2000, sin posibilidades reales de desaparecer, pero es evidente que su mayor fortaleza se encuentra en los estados, en lo particular en los que gobierna. Ahí, su capacidad de movilización y gestión territorial ha logrado consolidarlo como un actor político de peso, como se manifiesta en estos comicios: refrendaron las gubernaturas en tres de seis entidades en disputa y, si nos guiamos por las cifras preliminares, muy probablemente le arrebataron a Acción Nacional dos de ellas (Querétaro y San Luis Potosí). ¿El PRI “aplastó” al Presidente? No, porque sumado a las razones anteriores, no se olvide que la realidad del gobierno dividido está presente desde 1997, lo que ha llevado a tres presidentes seguidos a negociar con bancadas opositoras para conseguir acuerdos positivos para sus propuestas de políticas públicas. Pero, de mayor trascendencia aún, la modificación numérica en escaños no variará sustancialmente la dinámica de negociación entre el Presidente y el Congreso por una razón básica: desde que Felipe Calderón asumió el Ejecutivo, le dio un papel estratégico al PRI en las iniciativas de su interés a pesar de ser la tercera minoría entonces, habida cuenta el declarado desconocimiento de su figura que declaró la entonces segunda fuerza política, el PRD. Ahora que el Revolucionario Institucional se transforma en primera minoría, si acaso se confirmará el rol clave que el Presidente le asignó a ese instituto político desde 2006.


2- ¿Es un triunfo que proyecta al PRI en la siguiente disputa comicial, en la que se juega la Presidencia nuevamente (2012)? Se da por sentado que el resultado favorable al PRI lo coloca en la mejor posición para encarar ese reto, por encima de sus adversarios, que quedan mal plantados. Ello no es necesariamente cierto: un buen desempeño electoral en estos no da garantía de lo que ocurrirá tres años después. Incluso, una figura rutilante en el firmamento de la política, de quien se estima será el próximo candidato presidencial, el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, no tiene per se una ventaja irremontable, pues le falta dirimir su candidatura al seno de su partido (recuérdese la última fractura en el partido, resultado de un pleito por quién se quedaba con la dirigencia nacional ante la sucesión presidencial en puerta), mantenerse en la arena pública sin cometer deslices de relevancia (recuérdese el escándalo por sus propiedades del también gobernador de ese estado, Arturo Montiel, quien tuvo que renunciar en 2005 a sus aspiraciones) y someterse a una competencia real con otras dos fuerzas políticas que no están muertas (nadie apostaba seriamente por Felipe Calderón cuando anunció sus pretensiones, máxime porque debía encarar al favorito del entonces presidente Vicente Fox). En pocas palabras, como lo muestra la experiencia posterior a 2003, los comicios intermedios pueden tener menor incidencia de la que se cree cuando se trata de la disputa por la presidencia, porque existen muchos eventos -internos y externos a la propia organización-que hacen más complejo el panorama a futuro.

Ahora bien, a la estela del ganador le siguen las de los perdedores. En el caso del PAN, el partido gobernante, ha sido el más dañado no solamente por su derrota en la representación congresional, sino porque ha perdido importantes alcaldías, algunas de ellas bastiones “históricos”: Guadalajara, Cuernavaca, Naucalpan. Los datos optimistas son apenas dos: el triunfo en una gubernatura, que experimenta por primera vez la alternancia local (Sonora) y los triunfos en tres delegaciones de la capital del país, una de ellos arrebatándosela al PRD de forma sorprendente. El daño ha sido tal que el dirigente nacional de ese partido ha anunciado -después de reunirse con el presidente Calderón- su renuncia al cargo por su responsabilidad en el resultado electoral adverso. La insatisfacción presidencial es evidente; el partido debe reorientar la ruta para mantener a flote la gestión gubernamental en el segundo trienio que se inaugura en diciembre.

El caso del PRD es, quizás, el más lamentable. Siendo la izquierda más poderosa que se ha construido en el país en los últimos años, habiendo gestado una candidatura presidencial en 2006 que estuvo a pocos votos de lograr hacerse del poder nacional, hoy se enfrenta a uno de sus peores resultados: tiene menos de 13% de los votos, de acuerdo con el PREP, y tendrá 72 legisladores de 127 que tenía hasta esta legislatura, de acuerdo con las estimaciones a la mano. La cuenta habrá que cargársela no solamente a su ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, quien se dedicó a hacer campaña en varios estados por dos partidos pequeños, también a las corrientes o “tribus” que se reparten el poder interno. Vale decir que no es nueva la división en el partido en grupos antagónicos, pero lo sí lo es que este enfrentamiento mine seriamente la presencia electoral de la izquierda. La fragmentación es un escenario cercano, pues lo que tenía que perder este partido lo ha perdido ya en estos comicios; resta saber si habrá la decisión para ajustar cuentas con aquellos que, sin dejar su militancia (los “lopezobradoristas”), sabotearon el trabajo del partido en toda la línea.

(*)Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México

4 comentarios:

Diógenes dijo...

Buen análisis de las elecciones de medio término. Quizás suene "ahistórico", pero lo cierto es que las elecciones de medio término tienen ese impacto: reducir el caudal de votos que va a parar al partido gobernante. Por esa razón, sabiamente, muchos países de la región las han eliminado de su menú institucional. De todos modos, la abstención también hace su imput algebraico en la producción del resultado. Ya que estamos, hay que señalar que esta vez según al datos el PRI se quedaría con 241 diputados, y si se considera que 250 es la mitad, estaría muy cerca de lograr por primera vez un gobierno dividido. Digo bien, por primera vez, porque lo que hemos tenido en México hasta la fecha fueron gobiernos sin mayoría: gobiernos endonde nadie tiene la mayoría en el congreso. De confirmarse que el PRI obtuviera la mayoría delos curules, entonces tendriamos una presidencia PAN, un senado sin mayoría y una cámara de diputados en manos del PRI. Este escenario es nuevo, aunque a los efectos de la dinámica política, coincido con Miguel, no habrá mayores cambios. Aunque si hay que anotar, que el hecho de que se hayan repuesto de la ultima elección (me refiero al PRI) puede ser un incentivo poderoso para ordenar las filas propias.

Anónimo dijo...

Dice Andrés Avila en rebelion.org. "Los articulistas y columnistas de los principales diarios de México están haciendo apología de la política burguesa al afirmar que el “triunfo del PRI” se debe a una inclinación de la opinión pública. Sus opiniones basadas únicamente en porcentajes están dejando de lado el crudo dato de que el PRI obtuvo 3 millones menos de votos que hace tres años, es decir, hoy votaron por el PRI menos personas que las que lo habían hecho en las elecciones presidenciales pasadas cuando dicho partido obtuvo el tercer lugar porcentual en las preferencias electorales".

Los datos actuales revelan que el PRI estaría obteniendo 8 millones 959 mil votos, mientras que en la elección del 2006 obtuvo 11.6 millones de votos.

carlos dijo...

Interesante artìculo, lo he leìdo y creo que pone matices para el riunfalismo del PRI

Manuel dijo...

En general concuerdo con su postura, salvo dos detalles, para el PRI, estos comicios eran un termometro de alcance mayor que unas elecciones intermedias, por los conflictos con el PAN, por la disputa con el Presidente "ilegitimo segun el PRD" acerca de las reformas pendientes, entre ellas la Fiscal por ejemplo, y por otra parte, la reconstitucion de la balanza en la Camara, pero tambien en los estados o provincias, segun sea el caso.
Hay otro ingrediente especial las nuevas condiciones de competencia electoral, a las cuales el PRI habia apoyado al PAN, por ejemplo en los temas de gastos de campaña y uso de los medios electronicos.
En esencia hay mucho que tirar tinta al respecto y me parece que es muy pronto para un analisis mas detallado, sin dejar de ser coincidente con el colega Armando Lopez en sus puntos de vista.