ARGENTINA: ¿POS-ELECCIONES O POS-KIRCHNERISMO?

sábado, 11 de julio de 2009

por DIEGO M. RAUS (*)

Es curioso en cierta manera el panorama político argentino a dos semanas de las elecciones legislativas que marcaron un duro golpe a las aspiraciones “legitimistas” del kirchnerismo gobernante. Por un lado, el gobierno está reaccionando, espasmódicamente, pero en una dirección de cierta coherencia con el mensaje electoral. Por otro lado, parte de la oposición pero sobre todo ciertos medios de comunicación actúan como si hubiesen esperado que el revés electoral se continuara con la auto abdicación del gobierno.
En medio del conflicto con el campo por el impuesto a las retenciones, desde un cenáculo de intelectuales afines al gobierno se acuñó el término destituyente (en forma completa ánimo destituyente) para significar las veladas intenciones que en realidad encubrían la resistencia a dicho impuesto por parte, no solo de los sectores impositivamente afectados, sino también por gran parte del arco político y comunicacional opositor. El término refería a que en realidad se quería terminar con el gobierno de Cristina de Kirchner. Esta supuesta intención sonaba, y suena, exagerada, aunque al gobierno, y sobre todo a Néstor Kirchner, le vino bien para articular un discurso confrontativo en torno a la defensa de un modelo y una épica que nunca se vio claramente durante su gobierno.
Ahora bien, pasadas las elecciones ciertos medios de comunicación y algunas franjas de la oposición política se comportan discursivamente como si el gobierno de Cristina de Kirchner tuviera que autoinmolarse con una renuncia en masa o, al menos, aceptando sin protestar las principales reivindicaciones de esos sectores opositores. Amén, por supuesto, de ceder toda intención de seguir generando políticas de gobierno desde iniciativas propias. Es decir, actuando como si el gobierno hubiese tenido que autodestituirse dada su derrota.
Las elecciones de término medio se justifican en el necesario recambio en la composición de las instituciones del sistema política, pero también en la búsqueda de conformar consensos mayoritarios al gobierno de turno. Más allá del impacto institucional (número de bancas a ganar o perder), es cierto que en términos de legitimidad política los oficialismos arriesgan mucho más que las oposiciones (véase el reciente caso de México el domingo 5 de julio). Los gobiernos arriesgan nada menos que el capital político logrado que los llevó al poder. En cambio la/s oposición/es gana/n capital político si triunfa/n y solo aguarda/n la próxima elección si pierde/n. Pero no tiene que seguir gobernando como el oficialismo, por lo tanto el output en términos de legitimidad política ganada o perdida no impacta sobre su estructura partidario ni se sufre de manera similar.
Algunas de las causas de la derrota del Gobierno de Cristina en las elecciones del 28 de Junio las expuse en este espacio al día siguiente. Más allá de la relativa densidad de esas causas y del revés inesperado para el gobierno, el resultado significó la pérdida de bancas legislativas y una herida al narcisismo del gobierno en tanto, reitero, en parte de él se había sustentado la idea de estar en juego una épica cuasi histórica. Pero nada más. Y repito, nada más. Ese resultado electoral no significó que el gobierno debiera renunciar, no implicó la necesidad de cambiar a la totalidad de su gabinete y de sus equipos técnicos, no implicó que debiera renunciar a llevar adelante políticas que juzga necesarias y válidas de realizar porque así estaban inscriptas en su programa electoral, no supuso que debiera renunciar a la palabra y al discurso político, no significó que debiera acatar los mandatos de las oposiciones triunfantes; en fin, no significó la autodestitución.
Si en cambio significa -ese resultado electoral- la inteligencia y la reflexión necesaria para saber mover el timón en la dirección deseada pero dando los barquinazos necesarios para desprenderse de lo que no funciona (algunas palabras, algunas confrontaciones, algunas políticas, algunos hombres y mujeres), pues es cierto que hay cosas que la sociedad castigó con el voto y no se pueden leer solo como un malhumor de las clases medias, es todo lo que un oficialismo derrotado debe hacer. ¿Hay signos de que el gobierno argentino va en esa dirección? Si, los hay, tenues y espasmódicos al principio, un poco más contundentes ahora, hay señales de reacción al resultado electoral, es decir se están adoptando cambios en algunas estructuras institucionales o en ciertas políticas en etapas, Y es todo lo que tiene que hacer un gobierno democrático luego de una elección intermedia. Es necesario ahora que cierta oposición política y comunicacional lo entienda y no pida más ni pretenda más. Pues ahí sí se transformaría en destituyente.

(*) Director de la Licenciatura en Ciencia Política y Gobierno de la Universidad Nacional de Lanús

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Diego:Muy acertado tu análisis, como siempre, pero no creo que la "rotación de funcionarios" indique un cambio de rumbo del oficialismo. En mi opinión, el propio gobierno se "autodestituye", encerrándose en ese círculo que cada día se torna más estrecho. Por otra parte, de "su propio riñón", como vos bien decís,está sonando la voz de revancha de los ganadores, también peronistas a quienes los Kirchner ignoraron y no hay "peor cuña que la del mismo palo". Aquí el gran problema del oficialismo es que ha dejado de ser creíble y no creo que estén dispuestos a hacer cambios importantes para recuperar el apoyo de la sociedad.La prueba está que el llamado al diálogo comienza con una reunión para tratar "las internas del peronismo". Creo que hay situaciones mucho más urgentes para tratar, empezando por el gran bolsón de pobreza donde la Gripe A hace estragos.María Rosa

Julio dijo...

Ahora sí pude entrar. Muy buen blog. Felicitaciones

Jose Miguel dijo...

Hola Carlos! grande el Blog!

Guido dijo...

El aporte de Diego termina con una afirmaciòn: si la oposiciòn polìtica y comunicacional pide mas del gobierno, que el hecho de tomar nota de alguna lectura electoral, se transformarìa en destituyente.
Me parece que esa afirmaciòn no es una peregrina idea del autor. Tiene su ancla en diversas expresiones que se virtieron en los ùltimos meses. A modo de ejemplo, Carrio dijo despues de las elecciones que le "daba una semana a la presidenta" para procesar la derrota y actuar los cambios.Otro si digo el famoso diàlogo de Biolcatti y Grondona, previo a las elecciones.
De allì que la lectura acerca de la exageraciòn de carta abierta en la recreaciòn del tèrmino, para reemplazar al viejo golpismo, no es acertada. Las conductas y discursos de la oposiciòn y el conglomerado mediàtico monopòlico durante el conflicto y despues durante la campaña, habilitaron tal linea de pensamiento. A tal punto que Raus la toma como posible hoy.
Por otro lado me parece que se minimizan las consecuencias del resultado electoral.
Muchos mas allà de las consecuencias en la superestructura de la polìtica, las elecciones
marcaron la cristalizaciòn del èxito de los grupos dominantes en la disputa por modificar la hegemonìa que detentaba el gobierno en los tèrminos gramscianos. Hasta el conflicto por las retenciones, una porciòn mayoritaria de la sociedad acompañaba al gobierno; lo que este planteaba era para beneficio del conjunto(amèn de ser o no beneficiados puntualmente por cada acciòn).Hoy esos sectores han logrado imponerle al conjunto mayoritario de la sociedad que sus intereses particulares (renta agraria, propiedad de los medios, entre otros) son los de la sociedad toda.
Ademàs avanzò mucho, con este resultado, la posibilidad cierta del poder econòmico, de condicionar al gobierno, en su propio beneficio. El lunes 29 comenzaron a caer aumentos de precio de todo tipo, y no solo porque el gobierno los hubiera acordado antes, para ejecutarlos despues de las elecciones, sino tambien porque la debilidad del gobierno en la derrota lo limita en esa pelea.
De esta manera, y con la avanzada de las centrales patronales por una devaluaciòn mayor y abrupta, la resultante, en tèrminos econòmicos de la elecciòn adquiere mayor relevancia que las disputas superestructurales que nos muestran los medios (reforma polìtica, interna del PJ, recreaciòn panradical, etc) haciendo de velo sobre esta realidad.
Solo la capacidad del gobierno en recomponerse del traspiè, si acierta con las propuestas econòmicas, de aca a fin de año, evitarà que la ofensiva de los grandes grupos erosione aùn mas las conquistas de estos años para el conjunto de los sectores populares.

Alfredo dijo...

Estimado Carlos:

Muy medido y justo el artículo del amigo Diego. Saludos cordiales.